domingo, 23 de diciembre de 2007

Conflicto y estrategia en redes sociales distribuidas


¿Cómo enfrentar el poder desde Internet? ¿Cómo pasar de la declaración a la acción? ¿Es posible la estrategia en un mundo de redes distribuidas?

Tan revelador como las formas y los lenguajes de la “Primavera de las redes” fue la incapacidad del poder para entender a qué se estaban enfrentando. Al carecer de una estructura estrictamente jerárquica que supervise y comunique, las viejas organizaciones sienten que sus antagonistas son cada vez más inaprensibles. La clave de las redes distribuidas está en su identidad, en la existencia de un espíritu común que los netócratas modulan a través de mensajes públicos.

En realidad y aunque parezca paradójico, nunca la tecnología había sido tan instrumental, tan poco protagonista por si misma como en los nuevos conflictos. Como escribían, ya en los 90, Arquilla y Ronsfeld:

La revolución informacional está cambiando la forma en que la gente lucha a lo largo de todo el espectro del conflicto. Lo está haciendo fundamentalmente mediante la mejora de la potencia y capacidad de acción de pequeñas unidades, y favoreciendo la emergencia de formas reticulares de organización, doctrina y estrategia que hacen la vida cada vez más difícil a las grandes y jerárquicas formas tradicionales de organización. La tecnología importa sí, pero supeditada a la forma organizativa que se adopta o desarrolla. Hoy la forma emergente de organización es la red.

En este mundo reticular, con una multiplicidad de agentes que actúan autónomamente, coordinándose espontáneamente en la red, el conflicto es multicanal, se da simultáneamente en muchos frentes, emergiendo del aparente caos un orden espontáneo (el “swarming”) que resulta letal para los viejos elefantes organizativos. Esta coordinación no requiere en la mayoría de los casos ni siquiera una dirección consciente o una dirección centralizada. Al contrario, como señalaba el propio profesor Arquilla: la identidad de red, “la doctrina común es tan importante como la tecnología.

La misma guerra en la sociedad red, la netwar, es una guerra de corso, en la que pequeñas unidades “ya saben lo que tienen que hacer” y saben que tienen que comunicarse entre si no para preparar la acción sino sólo a consecuencia de ella y sobre todo, a través de ella. La definición de los sujetos en conflicto, lo implícito, es más importante en este tipo de enfrentamiento que lo explícito (los planes o estrategias basados en líneas causales acción-reacción).

El swarming es la forma del conflicto en la sociedad red, la forma en que el poder es controlado en el nuevo mundo y al tiempo la forma en que el nuevo mundo logra su traducción de lo virtual a lo material.

¿Cómo pues organizar acciones en un mundo de redes distribuidas? ¿Cómo se llega a un swarming civil? En primer lugar renunciando a organizar. Los movimientos surgen por autoagregación espontánea, así que planificar qué va a hacer quién cuando, no tiene ningún sentido, porque no sabremos el qué hasta que el quién haya actuado.

El ciberactivismo hoy se basa en desarrollar tres vías, unidas por un mantra mil veces escuchado en los movimientos de estos años: empowering people

  1. Discurso: El ciberactivismo con éxito tiene mucho de profecía autocumplida. Cuando se alcanza una masa crítica de gente que no sólo quiere sino que cree poder cambiar las cosas, el cambio se hace insoslayable.

Por eso los nuevos discursos revolucionarios parten del empowering people, de relatos de individuos o pequeños grupos con causa que transforman la realidad con voluntad, imaginación e ingenio… es decir, los nuevos discursos definen el activismo como una forma de hacking social.

Son los nuevos mitos y además en un sentido absolútamente postmoderno: no imponen una jerarquía de valores estricta, un juego de valores y un credo, al modelo de los socialistas utópicos o los randianos, sino que dan “rangos”, cauces de una cierta manera de mirar el mundo de un cierto estilo de vida que será el verdadero aglutinante de la red. Por eso toda esta épica discursiva lleva de suyo un fuerte componente identitario que facilita a su vez la comunicación entre pares desconocidos sin que sea necesaria la mediación de un “centro”, es decir asegura el carácter distribuido de la red y por tanto su robustez de conjunto.

  1. Herramientas: Es más importante el desarrollo de herramientas que hagan cláramente visible la posibilidad del hacking social a los individuos (como este mismo libro o Ciberia) que cualquier convocatoria que podamos armar. El ciberactivismo, como hijo de la cultura hacker, se reitera en el mito del hágaselo usted mismo, de la potencia del individuo para generar consensos y transmitir ideas en una red distribuida.

La idea es: desarrolla herramientas y déjalas a disposición pública. Ya habrá quién sepa qué hacer con ellas, las herramientas no son neutrales. Desde archivos descargables para hacer plantillas, volantes y camisetas, a software libre para hacer y federar blogs, pasando por manuales de resistencia civil no violenta con mil y un pequeños gestos cotidianos que propagar. Todo lo hemos visto en Servia primero y en Ucrania y Kiguizstan después. Y funciona

  1. Visibilidad: Las herramientas tienen que estar pensadas para que la gente, mediante pequeños gestos, pueda reconocerse en otros como ellos. La visibilidad del disenso, la ruptura de la pasividad es el culminación de la estrategia de empowering people.

La visibilidad es algo por lo que hay que luchar permanentemente. Primero en el online (valga una vez más el ejemplo de los agregadores) y luego en el offline. La visibilidad y por tanto la autoconfianza del número es la clave para alcanzar tipping points, momentos en los que se pasa la masa crítica y la información o las ideas se propagan exponencialmente.

De ahí la importancia simbólica y real de las mobs, manifestaciones espontáneas convocadas mediante pásalo, blog a blog como en Bielorusia o SMS a SMS como en Madrid o Manila.

Un ciberactivista es alguien que utiliza Internet y sobre todo la blogsfera para difundir un discurso y poner a disposición pública herramientas que devuelvan a las personas el poder y la visibilidad que hoy monopolizan las instituciones. Un ciberactivista es un enzima del proceso por el que la sociedad pasa de organizarse en redes jerárquicas descentralizadas a ordenarse en redes distribuidas básicamente igualitarias.

Textos para hacer/pensar, publicados en deugarte.com

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